Hegemonía

Hegemonía es el término de moda en política; de hegemonía hablan los estrategas de los partidos emergentes, y cuando no hablan de ello podemos tener la sensación de que es porque lo callan aunque sigan pensando en ello. Por estos lares entendemos - pero que nadie se fíe - que el palabrejo se refiere a la capacidad para imponer un discurso como un conjunto de verdades establecidas que se aceptan sin necesidad de discusión. Y claro, se refiere siempre a política, a nociones como poder, representación, sistema, estado.

Pero si uno llega tarde a algún sitio y se le ocurre coger un taxi en Madrid es posible que se encuentre con que el taxista le descerraja sin venir a cuento un discurso sobre la inconveniencia de que las bicis circulen por la ciudad. "Las bicis, para hacer ejercicio están muy bien, pero en Madrid..." es una de las frases con las que empieza el alegato anti-bici. Y a partir de ahí, cualquier cosa. Lo más sabroso, no obstante, suele llegar al final, cuando la cuestión se centra en la imposibilidad de moverse por una ciudad en la que circulan bicis. 

Madrid, cualquier que haya pasado por aquí lo sabe, es una ciudad generalmente intransitable. Por si fuera poco, es una ciudad literalmente irrespirable, tanto que ya son típicos los avisos del ayuntamiento para que la gente no haga ejercicio al aire libre por el riesgo que implican los niveles de contaminación. Y a nadie se le escapa, por otra parte, que una bici es más rápida - en esta ciudad, sólo el tiempo de aparcamiento hace que cualquier medio de transporte sea más rápido que un vehículo privado - y por supuesto más limpia. Pero de lo que se quejan los conductores es de las bicis. 

Humildemente, una sugerencia: la hegemonía no la tienen tanto los políticos neoliberales que nos gobiernan - habrá que convenir con Ansel Jappe que son meros lugartenientes del poder - ni sus rivales: la economía la tiene el grupo BMW. Y se la hemos comprado con una convicción que de miedo.