martes, 7 de octubre de 2014

Incorpórea posmodernidad

Leemos en la descripción del blog Intereferencias que acoge eldiario.es - y que, por otra parte, merece mucho la pena -  la siguiente frase: "Palabras e imágenes para contarnos de otra manera, porque somos lo que nos contamos que somos". La frase enlaza sin disimulo con una línea del pensamiento de la posmodernidad que tiene la tendencia a negar la realidad objetiva por encima de cualquier límite: sin cuerpos, según parece, todo podría irnos mejor. Lo mejor es que hagamos como si no existiera. Como dice Eagleton en Las Ilusiones del Posmodernismo,“el pensamiento posmoderno se irrita con lo natural”, y tanto se irrita que parece decidido a pasarlo por alto, como hace uno con un vecino molesto: "no volveré a hacer caso de sus quejas constantes, no merece la pena". Algo así: "no volveré a hacer caso de su molesta realidad objetiva, no merece la pena". Y así, los autores del blog, como tantos otros eliminan de un plumazo sus quebrantos. 

Hay quien podría ponerse un poco cínico y plantear qué le pasa a un posmoderno si le cae encima una maceta tirada desde el quinto piso ¿Será capaz de contarse a sí mismo que la fractura craneal no se ha producido? Si somos lo que nos contamos que somos, si nuestra realidad es la que configuramos en el relato de nuestra conciencia, entonces, cuando despidan a un posmoderno se ahorrará los trámites del paro, claro está, porque su relato no tiene porque incorporar ese desagradable acontecimiento. Qué felicidad, la del incorpóreo posmoderno, ajeno a las turbias leyes del mundo que compartimos los demás. 

Claro que esto no debe ser del todo cierto, porque los propios posmodernos han puesto en marcha un pensamiento crítico minucioso y en muchos casos muy eficiente para detectar las herramientas de la desposesión, del dominio, del ejercicio del poder. Algo de fe les falta, pues si creyeran que su relato llega tan lejos como para configurar la realidad no estarían peleando para cambiarla en el terreno vulgar de la política. Pero por el camino estaría bien que aclarasemos la cuestión de la naturaleza, porque no deja de plantear muchas cuestiones, algunas de una importancia mayor que el chascarrillo del tiestazo en la cabeza. Al fin y al cabo: ¿qué lucha de los trabajadores es posible sin la realidad objetiva del trabajo? ¿Qué feminismo sin cuerpos? ¿Qué ecologismo sin naturaleza?

No hay comentarios:

Publicar un comentario