jueves, 16 de octubre de 2014

Acontecimientos

En La política como arte estratégico Daniel Bensaïd insiste, entre otras muchas cuestiones, en la idea de que los tiempos de lo político no son los tiempos de lo social, que la política tiene su propio desarrollo, y aunque en ambos casos están estrechamente vinculados, no se determinan mutuamente. Esos tiempos de la política vendrían a ser imprevisibles, no lineales; por el contrario, estarían ligados a acontecimientos a los que en muchos casos nadie hubiera dado valor revolucionario, como describe unos de los ensayos contenidos en ese volumen, titulado con expresiva claridad "¡Los saltos! ¡Los saltos! ¡Los saltos! La política como arte estratégico"

Y una reflexión parecida podemos encontrarla en Marx ha vuelto: la política, la revolución, encuentran su desarrollo en los tiempos inprevistos de una historia que, siguiendo a Marx y Engels, ni tiene razón, ni es sujeto de nada, ni nos lleva a ninguna parte. Son los pueblos los que hacen la historia, pero este hacer no está nunca planificado ni se puede ordenar, es un hacer confuso que avanza a trompicones. "Se puede predecir la lucha, no su resultado", decía Gramsci, como le gusta citar a Bensaïd. Entre esos trompicones encontraremos avances y retrocesos, meandros, y en ese desarrollo el surgir de los acontecimientos desencadenará luchas imprevistas.

Pero a nadie se le puede escapar que en la sociedad de consumo y comunicación masiva, el acontecimiento ha pasado a ser irrelevante. ¿Qué acontecimiento podría desencadenar nada, si hay un acontecimiento, un lanzamiento comercial, un escándalo, una encuesta electoral, un evento deportivo cada minuto? ¿Qué podría constituir un acontecimiento relevante, de impacto? Si nos atreviéramos a responder, diríamos que las colectividades (lo que queda de ellas). Si esto fuera así, sería irrelevante la entidad del acontecimiento, puesto que no se trataría de su impacto objetivo sino de la percepción que de él tengan los sujetos, la predisposición a poner en marcha una movilización que dote de sentido al hecho. Si esa predisposición es suficientemente fuerte, desbordará al acontecimiento y se desplegará mucho más allá de su alcance inicial. Entonces, dándole la vuelta a la cita de Gramsci, no podemos prever el resultado pero sí la lucha, y estos días de tarjetazos, estafas y falsa regeneración parecen empeñados en proporcionar acontecimientos necesarios como para iniciar una lucha de imprevisibles efectos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario