viernes, 11 de julio de 2014

Urgencias que decaen urgentemente

El manifiesto Última llamada aún está caliente pero las redes, reflejo inmediato de nuestra voracidad, ya lo han deglutido y malamente digerido: a otra cosa. Como un perro que no puede evitar la ansiedad por una chuchería, tragamos sin masticar, comemos sin aprovechamiento. Somos obscenamente escatológicos, y hay que hacer un esfuerzo total, esfuerzo corporal, de voluntad y de palabra, para llegar a aprender algo. 

Si hacemos caso al manifiesto - y al informe de Roma, y a investigadores como Naredo o Riechmann, y a los ecosocialistas, y a los ecologistas que llevan medio siglo tratando de explicárnoslo... - la realidad no parece dispuesta a esperarnos mucho más. Puede que incluso no esté dispuesta a esperarnos nada más.

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