martes, 9 de julio de 2013

Vivir, trabajar, producir

Nos cuenta Zigmunt Baumann que allá por 1996, Claus Offe proponía separar la capacidad de obtener ingresos económicos del derecho a percibirlo, y que hacer esa distinción le permitía defender la instauración de una renta básica universal. El tema, que ahora está de actualidad, viene de lejos, y se comprende perfectamente tras la lectura de la obra en la que se inserta la cita, Trabajo, consumismo y nuevos pobres, un librito de apenas ciento cincuenta páginas que aporta, sin complicaciones, un par de claves para comprender el capitalismo de masas en el que vivimos. Básicamente, Baumann nos explica como la ética del trabajo se convierte en ideología dominante para justificar la incorporación masiva de los pobres al trabajo industrial, y como la posmodernidad ha venido a liquidar esa ética - que unía indisolublemente los derechos básicos con la obligación de trabajar - para sustituirla por un modelo en el que el individuo se incorpora a la sociedad mediante el mecanismo económico del consumo. Y nos da una clave: si la ética del trabajo está en caída libre, si el vínculo de derechos y subsistencia con trabajo ha pasado a ser obsoleto, es porque la sociedad contemporánea no necesita mano de obra masiva: la tecnología y la optimización de la organización industrial, junto con la liberalización de los mercados, hacen que se pueda producir cada vez más con menos mano de obra. 

Desde este punto, la lógica de Offe es impecable y hasta diríamos que "natural": si la sociedad necesita menos manos, muchos se quedarán sin trabajo, pero no porque no quieran incorporarse a la red social, sino porque el sistema no los necesita. La unión de derechos y trabajo pasa a ser absurda, desvinculemos, entonces, ambas cosas. 

Pero la propuesta de renta universal no pr lógica es menos revolucionaria, pues viene a rescatar la presuposición, largo tiempo olvidada, de que todos, por el mero hecho de ser ciudadanos, tenemos derecho a formar parte de la sociedad en condiciones dignas. Y, en esa afirmación universalista de los derechos, lo que  resuena es una reclamación tan básica que basta formularla para percibir su necesidad: que la sociedad más opulenta de la historia no olvide a sus desheredados.

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