lunes, 27 de mayo de 2013

Terra incognita

Una buena amiga a la que vemos menos de lo que querríamos en esta redacción nos dijo una vez - una, que recordemos - que da angustia ver los mapas del mundo en los que ya no aparece la expresión terra incognita; y no hay más remedio que estar de acuerdo, con ella y con su angustia, porque significa que ya no queda superficie en la tierra que no hayamos conocido. 

Freud, en El malestar en la cultura, afirma que hay tres hechos que producen angustia en el ser humano: la conciencia de que la naturaleza es objetivamente más grande que él, la limitación de su propio cuerpo y su inevitable deterioro, y la incapacidad para controlar las relaciones sociales con otros seres. Todos estos hechos son límites inaccesibles al ser humano en el plano de la realidad,  no parecen admitir discusión. 

En el siglo XX, y en lo que va del XXI, los seres humanos parecemos empeñados en demostrar que el primero de estos límites - y aún el segundo, según algunos gurús de la biotecnología - no son tan inaccesibles como Freud pensaba. 

Y vuelta a la sabia angustia de nuestra amiga: si superar el límite de la superficie terrestre conocida causa una extraña y dudosa sensación ¿qué sensación no debería esperarnos si vamos más allá de los límites de lo que la naturaleza nos ofrece?

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