lunes, 1 de abril de 2013

Tugendhat y la indignación

Antropología en vez de metafísica1 es un librito en el que Ernst Tugendhat recoge una colección de ensayos sobre su gran tema, la fundamentación de la moral, y entre otros regalos nos deja estas palabras que, curiosamente, resultan de gran actualidad: 
Cuando alguien infringe una norma aceptada por esta sociedad y los otros reacciones con un afecto negativo, lo podemos llamar indignación. 
Tugendhat recupera aquí una noción que está presente en la sociología y la antropología, la de los sentimientos como sanción de la conducta: los miembros de una sociedad evitan los comportamientos considerados incorrectos porque producirían el rechazo de sus compañeros, y los seres humanos evitamos sentirnos rechazados, nos duele percibir sentimientos negativos de nuestros pares. Sin embargo, Elster apunta una deficiencia de este sistema: hay sancion en el sentido de juicio, de advertencia, pero no hay punición, no hay castigo, porque el cumplimiento de las normas sociales está vigilado por la sociedad en su conjunto, y ésta necesita, para castigar, que algunos de sus componentes den un paso adelante y asuman la tarea. Castigar, claro está, es una tarea poco gustosa y carente de recompensa, así que es difícil que aparezca un voluntario. 

La actualidad de la reflexión del bueno de Tugendhat viene aquí porque nuestra sociedad ha ido tejiendo hilos que canalizan la indignación, entre los cuales el 15M ha sido el más vistoso y eficiente, pero no ha podido encontrar canales para añadir el castigo. Las instituciones, desde luego, no han sido capaces, ni siquiera - o incluso: mucho menos - las judiciales, aunque están diseñadas para esa tarea. Los escraches, que tanto escandalizan a según qué gentes, ¿no serían entonces un primer paso en el necesario trabajo de higiene que necesita nuestra sociedad?

Tugendhat, Ernst. Antropología en vez de metafísica. Barcelona: Gedisa, 2008.

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