lunes, 25 de marzo de 2013

Los espacios del fascismo


Uno de los lugares comunes del entorno político europeo es la afirmación de que el espacio que dejan los partidos mayoritarios cuando son desplazados es aprovechado por los extremistas, y que, por lo tanto, la labor de estos partidos es fundamental para la contención política. Se trata de un argumento especialmente repetido desde que empezó la crisis, ya que, aunque el sistema de poder político no es mejor ahora de lo que era hace cinco años, la presión social, económica y laboral que está soportando la sociedad está ayudando a sacar a la luz todas sus inmundicias al mismo tiempo que obliga a cambiar la actitud de los que miraban hacia otro lado cuando todo iba bien. Y si el argumento ha sido recuperado y utilizado hasta la saciedad entre los defensores por ejemplo, de Sarkozy frente a la amenaza de crecimiento del Frente Nacional, o, más recientemente, para apoyar la posición de Monti ante la – enésima – irrupción de Berlusconi en la política italiana, esto ha sucedido porque los partidos que representan las posiciones más ortodoxas están sufriendo la crisis extraordinariamente.

¿Deberíamos aceptar que la posición de los mayoritarios es realmente valiosa en la contención de los ultras? Creemos que la clave para responder a esta pregunta puede extraerse de la mencionada irrupción de Berlusconi con sus polémicas, populistas y fascistas declaraciones, y más concretamente con una de sus frases: “La prima de riesgo es una estafa”. ¿Por qué nos parece tan representativa esta frase? Por una cuestión elemental: es radicalmente cierta. Cuando los partidos mayoritarios lo ocultan, en su política de mantenimiento del poder económico – o de abierta connivencia con el mismo – dejan el campo abierto para que los populistas de ultraderecha construyan un discurso de amplio impacto. Y al hacerlo, no sólo les dan alas por la repercusión de semejantes declaraciones, sino porque les permiten alcanzar un puesto en la primera línea de la política, y desde ese puesto pueden generar un discurso paralelo. De esta forma, la extrema derecha de Aurora Dorada ha podido señalar el empobrecimiento y la miseria injusta que sufre el pueblo griego, y desde ahí construir un discurso que criminaliza al inmigrante al culparle de la situación. Esto sólo es posible porque los partidos mayoritarios no han querido incorporar la realidad a su discurso, asumiendo la situación y analizando las causas para determinar responsabilidades.

Fernando Quesada, en su libro Sendas de democracia, escribe que la economía “ha llevado a cabo una exitosa implosión en el interior mismo del capitalismo y se ha impuesto […] dentro de los procesos políticos de actuación práctica”1. Esta exitosa implosión ha sido posible gracias a la colaboración de los partidos políticos mayoritarios, que han asumido el papel de marionetas de la economía sin pestañear, y, por supuesto, el discurso economicista. Y esta posición es la que deja campo abierto al repunte de los fascismos, y a la posibilidad de que alcancen unas cuotas de poder y respaldo con la que hasta hace unos años no podrían haber soñado.

1Fernando Quesada. Sendas de democracia. Madrid: Trotta, 2008.

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