Los que hemos recibido una educación religiosa – y en este
extraño país aún somos una abundante y en muchos casos pesarosa mayoría –
recordamos aquel “huir de la tentación” que, a modo de consejo, norma o lo que
fuere, se repetía una y otra vez en los catecismos. La Iglesia, que no en vano
lleva dos mil años adoctrinando almas puede servirnos de referencia en la tarea
de encontrar prácticas que instrumenten nuestra capacidad ética, en nuestro caso
para reapropiarnos de ella, y la cita de Harman[2] viene
a decirnos que para huir de la tentación hace falta disponer esa huída en términos
colectivos, lo que conlleva un trabajo activo en el plano sociológico y político
para corregir los entornos compartidos y evitar así el comportamiento inmoral.
Harman asume que los contextos institucionales en los que
nos movemos ejercen una determinación, más o menos rígida, de nuestro
comportamiento, y el simple hecho de aceptar esto es un reto para el ser humano
libérrimo y totalmente individualista que habita Occidente en el siglo XXI.
A nadie se el escapa, sin embargo, que esta propuesta nos
obliga a determinar qué es lo moral, y lo inmoral. Pero tampoco a nadie se le
puede escapar, a estas alturas, que nuestra situación ético-político-social es
tan miserable que hay más de un paso y más de dos que se pueden dar sin
necesidad de esperar a que se produzca el gran acuerdo sobre el bien de la
humanidad y la naturaleza.
Addenda primera: Aplique, por pura curiosidad, la idea de
Harman a la compra de unos pantalones. ¿cuántas posibilidades tiene un
tranquilo comprador que adquiere unos vaqueros de acabar comprando un producto
fabricado con la miseria de los trabajadores-esclavos de Bangladesh?
Addenda segunda: Haga lo mismo con la siguiente cuestión:
¿cuántas posibilidades de comprar su casa en condiciones razonables tenía,
hasta 2008, un trabajador residente en España? (Damos por hecho que desde 2008
los trabajadores, simplemente, carecen de toda posibilidad de comprar su propia
casa)
[1] Appiah, Kwamen Anthony. Experimentos en ética. Madrid; Buenos
Aires: Katz, 2010.
[2] Lamentablemente ha
desaparecido de la navegación en la web del autor, pero aun puede encontrarse a
través de los buscadores o accediendo directamente a http://www.princeton.edu/~harman/Papers/Situ.pdf.
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