martes, 29 de enero de 2013

Tomar partido

Vamos a empezar por disculparnos por este repetitivo hábito que hemos cogido, el de citar a Riechmann cada dos por tres, pero vaya por delante que, por una parte, ¿qué le vamos a hacer, si va dejando cosas interesantes aquí y allá? y por otra, intentaremos ir enlazando con otras cosas para añadir un poco de variedad y no aburrir a nuestro improbable público. 

Pero vamos a lo nuestro. Esta vez no remitimos a Riechmann por sus propios textos, sino por una cita que nos deja en la página 57 de Rengo Wrongo, en la que nos hace conocer un lema que usaba la policía secreta cubana: "a la hora de hacer análisis, no puedes tomar partido". La frase pone los pelos de punta aún sin saber de qué análisis se trata, por la frialdad que transmite. En esta redacción no podemos dejar de vincularla con la racionalización extrema a la que hemos sometido a nuestra civilización occidental desde que la Ilustración entronizara a la Razón, y desde que su perspectiva instrumental alcanzara el dominio absoluto sobre la razón autónoma. Lo denunciaron Horkheimer y Adorno: "La Ilustración es totalitaria". Lo es porque el progreso que la ha guiado - el progreso que habría de librarnos de las limitaciones de la naturaleza - ha acabado por instrumentalizarla, y eso es tanto como acabar con ella.

Y sin embargo, tanto tiempo después, unos filósofos con debilidades experimentales se ponen a investigar y resulta que uno de ellos (Knobe: Folk Psycology, Folk Morality) descubre que lo ético es un factor determinante en los procesos racionales. En medio de tanta razón instrumental, en el imperio de la tecnociencia, tal vez éste sea un punto de apoyo: que el lema de los servicios secretos cubanos no sólo no es cierto, sino que debemos afirmar lo contrario: "a la hora de hacer análisis, no puedes no tomar partido". 


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