lunes, 14 de enero de 2013

Más sobre fascismos y cambio social

Cerrábamos la última entrada con una incógnita - que no vamos a resolver ahora - y unos días después volvemos sobre el tema, hilando de aquí y de allá, en el empeño de traer algo de la claridad de nuestro respetado Hobsbawm sobre algunas cosas cercanas. 

Entresacando la descripción del periodo del ascenso del fascismo, nos quedábamos con algunos datos básicos, como la militarización, el enorme endeudamiento que los vencedores impusieron sobre los vencidos, la situación de revolución social permanente. 

En estas circunstancias, la situación social y política difiere enormemente. La evolución tecnológica ha hecho evolucionar los ejércitos y ahora mismo se vinculan más con una industria que con un servicio nacional; no en vano, la popular "mili" desapareció hace más de diez años, y lo mismo ha sucedido en el resto de los países de Europa, por lo que toda una generación ha pasado a la edad adula sin formación militar. Sobre la segunda cuestión, la caída del muro parece estar instalada como hecho simbólico en el imaginario de Occidente: no hay nada al otro lado. A esto hay que añadirle un fenómeno del que ya hemos hablado aquí y que ha tenido, y sigue teniendo, un efecto continuo, persistente y consistente sobre las sociedades; este fenómeno es la difusión institucionalizada - por parte de organizaciones públicas y privadas de un pensamiento economicista y competitivo que se presenta como alternativa única. Una alternativa única es la inexistencia de alternativas, y luchar por lo que no existe parece, a primera vista - pero sólo a primera vista - falto de sentido. 

Tal vez por aquí estén algunas de las tendencias que podrían hacernos sospechar o incluso temer. Tal vez podríamos suponer, sin exceso, que las democracias liberales se han convertido en tecnocracias económicas en un proceso financiero a largo plazo, gracias a unos procesos sociales en los que la desmovilización y la pérdida de alternativas políticas habrían tenido algo o incluso mucho que ver. El resultado directo sería el opuesto al de los fascismos, que pretendían movilizar a toda la sociedad para controlarla. Pero el resultado menos directo y más persistente sería una actividad e iniciativas sin contestación, lo que se viene a parecer terriblemente al control absoluto. 

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