lunes, 17 de diciembre de 2012

Dos mil trece

Paso a paso me adentro
municiosamente me examino, 
uno a uno lamento mis cuidados.
¿Para quién, qué pecho triste consolaré
qué ídolo caerá,
qué átomo del mundo moveré con justicia? 

José Ángel Valente

En esta humilde redacción siempre nos ha parecido que estos versos de Valente son como un programa, una toma de posición. Es cierto que hay que leerlos casi con empeño para no enfangarse en la derrota, pero al mismo tiempo son una incitación a no lamentarnos, a tratar de ser quien mueva, al menos de cuando en cuando, un átomo del mundo, y a tratar de hacerlo con justicia.

Tan faltos de justicia andamos, y tan faltos de aliento que unos versos pueden ser alimento imprescindible, sustancia nutricia en tiempos de conflicto, energía siempre renovable - o renaciente, para decirlo con aquella palabra tan hermosa que usaron los fisiócratas - para iniciar la marcha.

En una larga caminata bien vale la pena hacer un descanso cuando vemos que se aproxima un tramo difícil o un periodo de frío violento. En ese descanso podríamos alimentarnos, retrospectivamente, de recuerdos de manifestaciones, de activistas resilientes y resistentes, de contenidos e ideas posibles y a veces luminosos, de poetas y poemas. Como la situación es especialmente cruda, desde estas plazas nos atrevemos a incitar a nuestro improbable público a juntar algo de tiempo en este final de año y reservarlo para festejar, modestamente, un ritual de entrada al año que sigue, acumulando experiencias, alimentos y ánimo para atravesar el complicado trayecto que se nos viene encima. Que el ritual incorpore esas sustancias nutricias, que los amigos y los compañeros estén cerca, que haya más alegría que orden y más voluntad que pesadumbre.

Seguiremos a la vuelta de las fiestas.

1 comentario: