Una nota muy rápida sobre una cuestión que está apareciendo en prensa estos días: el debate que se está celebrando en la Iglesia Anglicana sobre la posibilidad de que las mujeres, que ya pueden ser ordenadas sacerdotes (¿sacerdotisas? ¿o, por qué no, sacerdotas?). La cuestión es vieja (llevan veinte años con el asunto), pero el tema de fondo, el que subyace a este tipo de reformas, en aún más viejo: ¿puede una institución modernizarse a través de reformas en temas especialmente importantes o sensibles? Por supuesto, si la organización ejerce prácticas discriminatorias, debería corregirlas; ahora bien: ¿qué cambia esto? En España tenemos un debate que puede ser analizado en paralelo, la modernización de la monarquía y su materialización a través de una reforma constitucional que iguale los derechos sucesorios de hombres y mujeres, siempre que sean Borbones, claró está.
Pero la Iglesia (la católica, la anglicana, etc.) ¿no es una institución religiosa que cree que sus ministros son iluminados por un Dios todopoderoso que hace cuestión de dos mil años se hizo carne entre un pueblo (el judío), y transmitió su verdad y estableció su iglesia? Y la monarquía, ¿no es una institución que asigna la jefatura del Estado a una familia? Si esto sigue siendo así, entonces - pero es que esta redacción está plagada de radicales - la modernización sería desaparecer, dado que están basados en principios indemostrables y fundamentalmente discriminatorios. Y aquí nos tienta la idea de acaba con aquello de "the rest is silence", pero en realidad, lo demás es todo lo contrario al silencio: es un ruido terrible para enredar una ideología que justifica lo injustificable.
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