lunes, 27 de octubre de 2014

Coincidencias

En una conversación apresurada, un profesor paciente y riguroso nos insta a leer los patrones evolutivos - una tesis doctoral nos lleva por estos caminos  - no sólo con el ojo dispuesto a detectar tendencias cooperativas, sino también a localizar razones por las que esa cooperación, convertida el altruismo o en disposición ética, podría ser rectora de la actividad humana.

Días después, en La conquista social de la tierra  de Edward O. Wilson, leemos un lúcido análisis de los fuerzas adapativas que que configuran la biología humana y que no pueden ser sino una ruidosa algarabía de tendencias competitivas - individuales - y cooperativas - en grupo. 

Y esa misma noche, en un paseo, de padre asiento cuando mi hijo me dice: "¡el árbol tiene una sombra!" La sorpresa prosigue: "¿Y el perro, tiene sombra? Sí.... ¿Y el muro?" y así continúa la enumeración de objetos que a la luz de las farolas producen una sombra, hasta que, con cierto cansancio, respondo de una vez: "Hijo, siempre que hay luz, hay sombras". Después, lógicamente, queda un silencio.

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