viernes, 6 de junio de 2014

Feminismos y colectividad para la revolución

Escribe Carolina Pulido un artículo imprescindible sobre el liderazgo que están tomando las mujeres en algunas de las luchas más importantes que se están dando en estos días, y nos da qué pensar sobre este fenómeno y otros similares con los que ella lo relaciona: la figura de Rosa Parks y el  Movimiento de Mujeres en Lucha (MML) de Argentina. Pulido analiza esta tres luchas desde una serie de puntos en común que, creemos, se pueden agrupar en uno: la colectivización. Colectivización de la lucha, de la resistencia y de la política.

Uno de los temas clásicos del feminismo es un lema que se ha citado hasta el aburrimiento: "Lo personal es político" - y más nos convendría superar ese aburrimiento, porque lo que dice ese lema no acabamos de asumirlo - y esa realidad es la que, de acuerdo con Pulido, vienen a evidenciar los tres ejemplos (los dos citados y el de la PAH, en el que las mujeres también ocupan un papel central), al provocar el surgimiento de nuevos agentes políticos, las mujeres, que se empoderan y sacan a la discusión pública los temas y las luchas que los hombres no son capaces de sacar, porque el sistema en el que vivimos somete a una enorme presión a los varones en torno a su masculinidad y esa presión hace que la denuncia de la desgracia, de la miseria, sea vista como la demostración de una derrota vergonzante. En esta tradición occidental, los hombres - es sabido - no somos buenos perdedores ni aceptamos fácilmente la opción de pedir ayuda. Y así, nuestras derrotas personales se quedan en eso, en lo personal, aunque exista un vínculo que las enraiza en lo colectivo y hace de ellas un asunto público. Por supuesto, la responsabilidad de esto no es sólo de la sociedad: también es nuestra, de los hombres que no somos capaces de construir un discurso crítico y/o que nos complacemos en nuestro rol dominante dentro del patriarcado. 

Pero he aquí que la crisis vuelve a poner encima de la mesa los asuntos que el sistema prefiere considerar personales, y vuelven las mujeres a sacarnos del atolladero: vuelven a ser ellas las que colectivizan el problema, construyen solidaridad y sobre estas bases empujan el empoderamiento. Y aquí llamamos la atención sobre una obra de la que hemos hablado en otra parte: La fantasía de la individualidad, de Almudena Hernando, en el que la autora describe la ilusión de autonomía individual como el elemento que soporta la discriminación de género y, en último término, el patriarcado. Volvemos a esto porque la aproximación de Hernando es la de la antropología, sin límites de tiempo, lo que nos lleva a pensar que no se trata de cuestiones puntuales de nuestro tiempo o nuestro país: la renuncia a lo colectivo está en la base del patriarcado, puesto que está en la base de la noción de hombre, pero, como demuestra Hernando, es simplemente ilusoria. Lo cual no sólo añadiría un factor explicativo al análisis de Carolina Pulido, sino que hace que su análisis sea proyectable a un análisis social más amplio. Se atrevería uno a decir, con otro lema feminista, que la revolución será feminista o no será. Algo así como lo que plantea Jorge Riechmann en una entrada de su blog (Fundar monasterios marxistas) pero tal vez siendo algo más ambiciosos: construir revoluciones feministas, que buena falta nos hacen.

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