martes, 19 de noviembre de 2013

Socializar

Producimos juicios éticos constantemente; somos animales terriblemente normativos. El tema huele, es cierto: lo cuentan todos lo manuales (decentes) de sociología, de ética o de antropología. Pero también lo social lo es: hace veintitantos siglos que decía Aristóteles que somos animales sociales/políticos (dependiendo de la interpretación del texto original). Habrá que reconocer que si se nos está pudriendo la materia prima es porque nunca hemos acabado de cocinarla bien. 

Resulta que desde la neuroética se está trabajando en una perspectiva que trata de explicar el funcionamiento neurológico de los procesos éticos y cognitivos, con una proyección evidente en el estudio de nuestra moralidad. Y, a la luz de estas investigaciones, lo que parece claro es que todo lo que entendemos, recibimos y decidimos en el ámbito de lo ético se genera y alimenta en entornos sociológicos: no es que lo ético sucede en un entorno social - eso es cierto, claro - sino que nuestra forma de entender y procesar lo ético se gesta con un aprendizaje social que condiciona el desarrollo de las redes neuronales. 

Si esto es cierto - los estudios son suficientemente sólidos para pensar que lo es - entonces lo ético está, desde su base fisiológica, mediado por lo social, esto es: lo social es la cocina en la que se cuece la ética. Y echando un ojo a la sociedad que tenemos, ¿qué ética podríamos esperar?


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