lunes, 21 de octubre de 2013

La ética y todo lo demás (segundo intento)

A quienes vengan a estar de acuerdo con lo que decíamos la semana pasada se les puede venir encima uno de los más terribles problemas de la ética, a saber: si se trata de un fenómeno radicalmente sociológico e histórico, ¿cómo se puede razonar? La razón parece ser el único rasgo exclusivamente humano, el único agarre desde el que abordar soluciones a nuestros problemas - tan humanos - pero si la ética está tan condicionada, si somos seres que modifican su comportamiento de acuerdo a las pautas de la historia y a los condicionamientos que en entorno social produce, entonces el espacio del razonamiento ético queda más o menos limitado o suprimido. 

Bien, de acuerdo: que no cunda el pánico. Ese escondido lugar de la razón debe estar en alguna parte. Tal vez podemos encontrarlo siguiendo las pautas de algún sabio: pongámonos sesudos - con perdón - y recordemos a Habermas, con su teoría del interés y el conocimiento que se determinan conjuntamente y con su proyecto de razón comunicativa. Con lo primero llegamos a un punto de unión entre la práctica y la razón teórica que nos viene mejor que bien en esta tesitura, con lo segundo tenemos arreglada la generación social y a la vez razonante de lo ético. Aunque es cierto - lo reconocemos - que es un espacio arcano, que nadie ha encontrado aún esa Arcadia de la igualdad en la que posiciones y creencias se neutralizan para alcanzar un diálogo puro. Pero siempre podremos reciclarlo. 

Busquemos también en otra parte, por ejemplo, en los movimientos asociativos, los CSA, el llamado movimiento autónomo, que funciona y produce dinámicas reales de diálogo en condiciones que tienden a la igualdad, aunque no lleguen a la pureza prístina. En proyectos como estos se puede esperar la producción de un conocimiento cuyos orígenes sociológicos o históricos no sean - o no completamente - determinantes de lo ético, puesto que se trata de un conocimiento que es consciente de sus limitaciones y las usa inteligentemente. Por ejemplo: si la sociedad de masas impide la comunicación y bloquea la discusión en favor de unas élites socio-económicas, juntémonos de diez en diez, o de veinte en veinte para controlar ese factor. La definición de los múltiples factores que pueden afectar a la racionalidad ética no siempre será tan obvial y su articulación con el conocimiento objetivo exigirá mecanismos complejos, pero esto no debería impedirnos ver esto como una alternativa que tenemos delante.

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