lunes, 25 de febrero de 2013

Señalar, exigir, aprender

Háblábamos hace algunas semanas de formas de amar que, nos parece, podrían situarnos en el eje de un cambio, y un poco más recientemente nos planteábamos una duda en torno a la posibilidad de encontrar un punto de apoyo sobre el que comenzar ese mismo cambio ético, político y social, o, por decirlo de otra forma, el cambio en la estructura social que condiciona nuestra actuación ética y política. Y en medio ha vuelto a rondarnos la cabeza una frase de Elena Cabrera en el periódico Diagonal
Nos va a costar, porque sois nuestros amigos, nuestros jefes, nuestros hijos y nuestros amantes, pero nos hemos propuesto señalaros públicamente [...]
¿Qué violencia transmiten estas palabras? Mucha, y no es en vano: porque acumulan la necesidad de denunciar y la dificultad de hacerlo dirigiéndose incluso a los más próximos. Elena Cabrera se refiere a un ámbito específico (prensa musical) pero a nadie se le escapa que el machismo es cultural y social, nos abarca a todos, está incorporado a las estructuras en las que construimos nuestras vidas cotidianamente: por eso hablamos de patriarcado, un red conceptual y de prácticas diarias que nos enculturan en el descrédito y la subordinación femenina en todas sus variantes.

"Nos va a costar, pero nos hemos propuesto señalaros públicamente", dice esta periodista, y posiblemente esta pensando sólo en ese mundillo de la prensa musical, pero podemos hacer más cosas. Podemos, en primer lugar, sacudirnos la perspectiva sectorial, repetir una vez más que el machismo se incorpora al patriarcado como fenómeno cultural en el que estamos todos incluidos. Podemos, además, eliminar el personalismo, y convertir ese "señalaros públicamente" en un "señalar públicamente vuestras prácticas machistas". La lucha es contra el machismo y el patriarcado, pero, si acertamos al señalar que es un fenómeno general, entonces lo que se impone es una denuncia de los hechos que lo materializan, y de las personas que realizan estos hechos sólo en la medida en la que los asumen directa o indirectamente. Así, tal vez, ese esfuerzo de denuncia de prácticas cultural, ética y políticamente reprobables - que nos degradan al hacernos humanos por la peor parte del humanidad - podría ser una vía para apoyarnos en la búsqueda del cambio en nuestras prácticas cotidianas.

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